Por
BIOHAZARD
Sí,
claro que los hay… ¿acaso no son eso los balcones y paredes del Hotel Sagua,
los techos de varios edificios multifamiliares o las fachadas de Higiene y de la Dirección Municipal
de Trabajo?
Claro
que hay jardines colgantes en Sagua la Grande, recordándole a la gente que fue
descuidada y que los dejó crecer, como dulce venganza de la naturaleza, por esa
mala costumbre humana de no mirar hacia arriba.
Pero
nadie tuvo la culpa de que aparecieran. No, de eso se encargaron las aves y las
semillas que traían en sus estómagos. Es un proceso natural. De lo que sí somos
culpables es de no actuar a tiempo y dejar que el peso, la humedad y las raíces
agrietaran las cubiertas, tupieran los tragantes, levantaran los pisos y hasta
nos tumbaran un balcón del Hotel Sagua.
Nos hemos descuidado, y nuestros jardines colgantes, lejos de ser un ornamento de la ciudad, son manchas en su rostro.
Todos
sabemos del daño que hacen estas plantas que nacen de forma silvestre donde no
deben. Sabemos que afectan las estructuras, que provocan filtraciones, que, con
mucha paciencia, rompen lo que sea. Y entonces ¿por qué no quitamos la yerbita
cuando era pequeña, cuando todavía no era un problema? ¿Por qué no eliminamos
las que ahora mismo crecen ante nuestras narices?
¿Haremos
algo al respecto o continuaremos contemplándolos?
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