Es indignante, a mi manera de ver,
que la crítica cubana profesional se halla vuelto una herramienta trivial de
los medios para atacar los errores e inmoralidades de culturas vecinas. Aún
recuerdo aquellos artículos donde se ponía en tela de juicio el trabajo de
leyendas de la música urbana como Vico-C, Calle 13 y Tego Calderón en los
principios del movimiento del reggae town. Total, todo para que ahora corra la
baba en la sección cultural del Granma; y que me perdonen los lectores por este
lenguaje vulgar que utilizo para descargar mis frustraciones, pero lo que como
intelectual se dice, solo los intelectuales lo entienden.
Hoy leo escritos que hablan de la
futura trascendencia de estos artistas y de cómo se han insertado en el
escenario mundial trayendo un mensaje diferente, fresco, juvenil (estas y otras
frasecillas hechas de antemano plagan las columnas). No soy detractor de este
movimiento, esclarezco esto antes de proseguir, pues no soy amante de
malentendidos. Sucede que rechazo totalmente esa tendencia a criticar por moda.
En aquellos años, y hablo de los dos mil y pico corticos, nacía el apego del
cubano a los nuevos ritmos latinos. La explosión del reggae town trajo consigo
que se erizaran las espaldas de varios amantes de la música relajada. Con el
temor de que muchos géneros cayeran en decadencia con el arribo de las nuevas
producciones, las críticas constantes se hacían notar. Muchos artistas se lo
merecían, otros simple e irremediablemente caían en el mismo saco. Y allí
estaban los Residente y los Eddie Dee, en la misma bolsa que los Wisin y los
Yandel. ¿Alguien se preocupó por eso? No, pues era más importante acabar con el
género que traería el fin a nuestra rica cultura musical. Esto último, por
desgracia, no eran simples profecías.
Pero el cubano siempre ha tendido
a exagerar. Antes porque no perdonaban a nadie y ahora porque los perdonan a
todos. Hemos aprendido que Atrévete-te-te, a pesar de poseer una letra casi
estrictamente callejera, contiene un mensaje subliminal, al igual que muchas letras
de Tego, por años odiadas por nuestros críticos y periodistas más destacados.
Sin embargo, se nos ha pasado aplastar cucarachas que no vienen del más allá,
sino de nuestra propia cocina. ¿Acaso soy el único que nota que la música
popular de nuestra isla se ha reducido últimamente a reggae town, timba y
merengues de los llamados electrónicos, todos de pésima factura artística?
Artistas de la talla de Osmany
García, Alexander el Monarca y William el Magnífico son los dueños
intermitentes de la escena mainstream cubana. De esta talla, y hablo de una muy
pequeña, son los cantantes que estoy condenado a escuchar cuando voy a un local
de recreación, dígase bar, discoteca, pizzería o parque infantil. Y aún más;
debo llenar mis oídos de materia musical reciclada, que creo es la definición
perfecta para las composiciones de Osmany Espinosa, todas en voces de artistas
pop que cambiaron el talento para la música por el de dominar el hit parade
(creo yo que debido a algún pacto con el demonio o alguno de sus secuaces). A
todas estas hay que aguantar que digan orgullosos que son buenos porque el
público los apoya, cuando esto solo demuestra realmente la inmensa estupidez
que acecha al pueblo cubano.
Entonces, ¿dónde están los
críticos fieros que despedazaban en el papel al primer rapero boricua que abría
la boca? ¿Tengo ahora que esperar a que otro Bárbaro Vargas dedique el bonus
track de su disco a atacar directamente a estos tipejos de las artes musicales?
Y no solo en el panorama musical, ahora hay que tener acceso a Internet para
ver en el Cubadebate una crítica personal a la desfachatez que se ha visto
últimamente en la televisión cubana, y me refiero al caso de nepotismo con
relación a la familia Masola.
En mis ``paranoias mentales``,
como diría el humorista español Danny Rovira, he llegado a la conclusión de que
los artistas extranjeros, para salvarse de la santa inquisición granmense o
juventudrebeldiana deben escribir en su rinconcito de Facebook o Twitter una
nota donde demuestren su aprecio por Cuba, su enfado hacia la situación causada
por el bloqueo económico al que estamos expuestos hace ya tantos años…; o bien
visitarnos en alguna ocasión de festival, o para dar algún conciertico o
presentación. En el último de los casos, pueden venir a vacacionar o a pasar
sus lunas de plata.
Seamos profesionales a la hora de enfrentar
las cosas. Se habla mucho de las estrategias comerciales de la industria
musical capitalista, pero no vi ningún artículo en los periódicos donde
expusieran las oscuridades que rodearon al Clan 537 durante su ruptura y
posterior firma de paces. No nos quedemos aquí, aún hay mucho que hablar sobre
la cultura cubana contemporánea y hasta entonces espero dejarlos pensando en el
tema. Yo, por mi parte, prometo reunir opiniones y vivencias de amigos y mías
propias para debatirlas aquí en otra nota que dará continuación a la presente.
Sin más, allá nos vemos.
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